Hablemos sin pena.
En Latinoamérica, hablar de ir al baño sigue siendo un tema casi prohibido. Y si mencionas la palabra “bidet”, seguro más de uno hace cara rara o se ríe nerviosamente. Es curioso, porque en muchos otros países el bidet es lo más normal del mundo. Entonces… ¿por qué a nosotros todavía nos cuesta tanto?

La respuesta está en una mezcla de cultura, costumbre y desinformación. Para empezar, nadie nos enseñó a usar un bidet. No crecimos con uno en casa. No lo vimos en la escuela, ni en casa de los abuelos, ni en hoteles locales. Es algo que simplemente no forma parte de nuestra rutina. Y lo que no conocemos, a veces lo rechazamos.

Además, existe la idea errónea de que el bidet es "solo para ricos" o algo exagerado. Como si fuera un lujo innecesario o una extravagancia japonesa. Pero la verdad es otra: el bidet es una herramienta práctica, higiénica y cada vez más accesible. De hecho, en países como Japón, Corea, Italia o Francia, su uso es tan cotidiano como lavarse las manos.

También están los mitos: que si es incómodo, que si es raro, que si da pena… ¡cuando en realidad es lo más cómodo que puedes tener en tu baño! Usar agua en lugar de papel es más limpio, más suave con tu piel y mucho más ecológico.

Pero lo más importante es esto: ya estamos cambiando. Cada vez más personas en Latinoamérica están descubriendo lo práctico que es un bidet. En redes sociales, en conversaciones con amigos o después de un viaje al extranjero, empieza la curiosidad. Y después de probarlo... ya no hay vuelta atrás.

En RUMU queremos ser parte de ese cambio. No para imponer nada, sino para mostrarte que hay otra forma de vivir el baño: más limpia, más moderna, más tuya.
Romper tabúes empieza con una conversación. Y si llegaste hasta aquí, ya dimos el primer paso.

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